Los escribas son, y con motivo, uno de los personajes más conocidos de la sociedad del antiguo Egipto. No sólo porque gracias al resultado de su labor profesional poseemos documentos de todo tipo que nos ayudan a conocer el mundo de los faraones, sino porque su imagen, sentados con las piernas cruzadas y un papiro estirado sobre los muslos mientras escriben, es icónica merced a estatuas como la obra maestra que se conserva en el Museo del Louvre. Pero, ¿cómo se formaban? Al fin y al cabo su limitado número los convertía en miembros de una profesión deseada por todos los padres para sus hijos.